La historia de la luz es una de las aventuras más
fascinantes de la física, y Thomas Young es uno de sus protagonistas
principales. A finales del siglo XVIII, en un momento en que la mayoría de
científicos seguían a Newton y su idea de que la luz estaba formada por
diminutas partículas, Young se atrevió a proponer que la luz era en realidad
una onda, apoyándose en un sencillo pero profundo experimento con una tira de
cartón y dos rendijas que revelaba un patrón de interferencias propio de las
ondas.
Vamos a recorrer la gran controversia histórica sobre
la naturaleza de la luz, ilustrada con ejemplos intuitivos como el problema del
socorrista. Se muestra cómo la interpretación ondulatoria ganó fuerza gracias a
Young y a la explicación de fenómenos como la interferencia y la difracción,
donde los colores se entienden como diferentes frecuencias de una onda
luminosa.
Sin embargo, la historia no termina ahí. Con la
explicación del efecto fotoeléctrico por parte de Einstein y la introducción de
los fotones, reaparece la idea de cuantos de luz y se hace evidente la dualidad
onda‑corpúsculo. Experimentos basados en la doble rendija, realizados con
fuentes tan débiles que parecen emitir partículas de una en una, muestran que
no solo la luz, sino también electrones, neutrones e incluso moléculas
complejas, son capaces de producir patrones de interferencia, lo que llevó a
Feynman a calificar este fenómeno como “el único misterio” de la teoría
cuántica.
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