martes, 8 de agosto de 2023

Trinity: “La Criatura” de Oppenheimer

“Physics is like sex: sure, it may give some practical results, but that's not why we do it”.

“La física es como el sexo: seguro que tiene resultados prácticos, pero no es por eso que lo hacemos”

Suele atribuirse esta frase al célebre físico (premio Nobel)  norteamericano Richard Feynman, pero no hay constancia en su biografía, ni en sus escritos, de que esta fuera su frase para describir la física. Es posible que no sea el autor, pero define bien los acontecimientos que voy a narrar.

“1 de septiembre de 1939”

Este día, marcado a fuego en la historia de la humanidad, lo podemos considerar como el día que comenzó, de manera oficiosa, la Segunda Guerra Mundial. Mientras Alemania invadía Polonia, la historia hacía un guiño irónico con la publicación de dos genuinos artículos de sexo (física). Ambos se publicaron en el volumen 56 de la revista Physical Review:

“On continued gravitational Contraction”, cuyo autor es J. R. Oppenheimer and H. Snyder.

“The Mechanism of Nuclear Fission”. Niels Bohr y John Archibald Wheeler firmaban este artículo.

En el 1º artículo, Oppenheimer y Snyder fueron capaces de demostrar que la materia usual, sin añadir condiciones exóticas, podría sufrir un colapso gravitatorio que acabara en … ¿un agujero negro? Bueno ese término aún no se había acuñado. Para la historia de la física fue todo un hito: a los niños y a los adultos nos fascinan los agujeros negros.

En el 2º artículo, Bohr y Wheeler nos sorprenden con una explicación detallada de cómo funciona la fisión nuclear del uranio y de la energía que se desprende. El uranio natural contiene principalmente dos isótopos: Uranio-238 (99,27%) y Uranio-235 (0,72%). El U-235 puede producir una reacción nuclear en cadena que se sostiene en el tiempo, pero el pequeño porcentaje existente en la naturaleza imposibilita tal cosa de forma espontánea. Es necesario aumentar el porcentaje del U-235 para una reacción auto mantenida.

Los espermatozoides de la física estaban servidos, solo era necesario la aparición de un óvulo (financiación) para que la reproducción tuviera éxito. De este “engendro” podía nacer una producción controlada de energía nuclear o, descontrolada en un arma de destrucción masiva.

Los alemanes habían comenzado una guerra y normalmente la quieres ganar, cueste lo que cueste. Por otra parte, los aliados también la querían ganar. Una batalla científica comenzaba en ambos bandos. ¿Quién sería quién primero concibiese a la criatura capaz de destruir el mundo?

¿Había sólo sexo en el artículo de Oppenheimer y Snyder sobre los colapsos estelares? Su artículo simplemente describía lo que les sucede a las estrellas que agotan su carburante nuclear: una implosión bajo su propia  fuerza gravitatoria. Mientras no se agota el combustible, la estrella, por medio de la fusión de átomos ligeros, consigue que la presión de radiación equilibre la presión gravitatoria. Al llegar a la formación del hierro; la fusión consume más energía de la que entrega. Finalmente, la estrella, que no es capaz de generar la suficiente energía, “colapsa” bajo la fuerza de la gravedad. 

Utilizando las ecuaciones de campo relativistas de Einstein, la contracción llega hasta su radio crítico, de donde ni siquiera los rayos de luz pueden escapar de su superficie. En este punto, la estrella se aísla del resto del universo  y se crea  el llamado “horizonte  de sucesos en un  único sentido”: las partículas  y la radiación pueden entrar, pero nada puede escapar de ella. Se forma una singularidad espacio-tiempo, y Oppenheimer se negaba a especular sobre ello. Estaba describiendo un “agujero negro” como fin de la vida de una estrella.

Desgraciadamente, Oppenheimer y Snyder no pudieron continuar sus estudios en este campo incipiente de los agujeros negros.  La razón fue que  Oppenheimer se involucró con el primer artículo, el de Bohr, y concentró sus esfuerzos en el desarrollo de una criatura que ganase la guerra. Dejó de practicar sexo y se dedicó a la reproducción.

Así nació el proyecto secreto, denominado Manhattan, formado por militares y científicos; financiado por el gobierno de EE.UU. Oppenheimer fue nombrado director científico y padre de la Criatura. Oppenheimer y Groves (general que estaba al cargo) decidieron que la criatura naciera en una meseta cerca de Santa Fe, la capital de Nuevo México, donde se construyó el laboratorio de Los Álamos. Allí consiguió Oppenheimer reunir a un grupo de los más brillantes físicos de la época, incluyendo a Niels Bohr,  Enrico Fermi, Edward Teller, Leo  Szilard, Richard Feynman, Otto Robert Frisch, Hans Bethe, John Von Neumann, Seth Neddermeyer y  Albert Einstein.


El proyecto estadounidense tenía un único fin: la creación de bombas de fisión nuclear para ganar la II Guerra Mundial. La reproducción estaba servida.

Criaturas de Uranio o de Plutonio.

Los científicos diseñaron dos criaturas que servían para sus fines: una reacción en cadena descontrolada y rápida. El problema es que el Plutonio y el Uranio se comportan de forma diferente.  No se pueden detonar, como bombas, de la misma forma.  El punto clave está en el concepto de masa crítica.  Para que se dé una reacción en cadena que libere mucha energía en muy poco tiempo, hay que tener una cantidad mínima de masa del material fisionable.  De otro modo, aunque se produzcan neutrones secundarios o terciarios, estos no encontrarán más núcleos que fisionar y la reacción se pararía.

Los cálculos indicaban que la masa crítica del uranio dependía del grado en que el isótopo U-235 estaba presente (enriquecido). Si tenemos un 15 % de U-235, la masa crítica es de más de 600 kg; para un 20 % de U-235, la masa crítica excede los 400 kg. Es necesario que el U-235 esté casi en estado puro para conseguir una cantidad manejable: 50 o 60 Kg según su pureza. En cambio, en el caso de Plutonio-239, su masa crítica era de tan solo 12 Kg.

La gestación de las dos criaturas consistía básicamente en enriquecer el U-235 y  fabricar plutonio-239, que solo se puede obtener  como un subproducto de la fisión nuclear en unos reactores de nueva creación.

El enriquecimiento del uranio fue resuelto por los norteamericanos “por la fuerza bruta” al destinar 2.000 millones $ de aquella época para separar los dos isótopos del uranio. La química no servía en este caso. El mecanismo para su detonación fue muy simple: dos masas de uranio separadas que al juntarse alcanzan la masa crítica. Se dispara una hacia la otra como en un revolver y asunto resuelto.

En el caso del plutonio (Pu) es más difícil de producir una reacción en cadena en el momento que nos interese permaneciendo inactivo el resto del tiempo. El diseño de revolver no es útil. El problema está en que el plutonio que se obtiene en los reactores es una mezcla de dos isótopos Pu-239 y Pu-240. Este último tiene la manía de sufrir fisiones espontáneas y producir neutrones en el proceso, con lo cual, si hacemos una bomba con el mismo mecanismo que la bomba de uranio, al mantenerse a corta distancia las dos porciones, ya habría muchos neutrones en juego; produciendo una pequeña explosión nuclear que estropearía el invento.

Los ingenieros no encontraban el diseño adecuado para tener una bomba de plutonio segura y poderla explosionar en el momento adecuado.

Es en estos momentos de falta de ideas de los ingenieros, cuando entra en escena el artículo de Oppenheimer sobre los agujeros negros. ¿Qué pasaría si se comprimiese una esfera de plutonio de muy baja densidad en Plutonio como lo hace una estrella cuando agota su combustible nuclear? La presión gravitatoria se podría sustituir por la explosión sincronizada de explosivos convencionales, adosados en la periferia de una esfera de plutonio de masa no crítica. 

La solución encontrada fue endiabladamente difícil de poner en funcionamiento. La idea consistía en tener una bola de plutonio rodeada de explosivos de forma que todos explotaran al unísono, generando una onda de choque concéntrica con la bola.  Eso comprimiría la bola de plutonio alcanzando una alta concentración (masa supercrítica), permitiendo la reacción en cadena masiva con los resultados desastrosos que la humanidad ya ha contemplado.

La idea era audaz pero había que probarla.

Trinity: “La Criatura”



El 12 Julio 1945,  4 toneladas de un artilugio llamado “Trinity” con tan solo 6,2 Kg plutonio y otros componentes, fueron cuidadosamente trasladados desde el laboratorio en Los Alamos hasta el lugar de la prueba, a más de 350 km al sur.

El experimento era crucial. Años de trabajo en secreto de cientos de científicos e ingenieros, pero también miles de empleados que no sabían en qué trabajaban. Si fracasaba, los físicos conocidos como los cerebritos, perderían toda su credibilidad. En cambio, si el experimento funcionaba, los físicos habrían sido los verdaderos artífices del fin de la guerra.

El reloj marcaba las 5:29 am del 16 de Julio de 1945, cuando los explosivos convencionales, simétricamente colocados, comprimieron las dos semi-esferas de plutonio. En una fracción de segundo, se consiguió la densidad y la masa crítica que se buscaba y nada pudo detener la reacción en cadena, el artilugio se convirtió en la primera bomba atómica de la historia en estallar.

Muchos soldados presentes, que habían apostado a que “los cerebritos”  fracasarían, perdieron su apuesta; pero alguien  miró a Oppenheimer y le exclamó: -“Ahora todos somos unos hijos de puta”-.

El director de cine Christopher Nolan ha rodado una película sobre el padre de esta criatura titulada:

“Oppenheimer”

Se estrena sólo en salas de cine el 21 de julio 2023

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