lunes, 12 de octubre de 2015

Premio Nobel de química 2015: un corrector de números

Estamos acostumbrados a utilizar números para identificarnos. Nos asignan un número cuando entramos o pertenecemos a un grupo o asociación: número de socio. Cuando nos comunicamos con la sociedad civil utilizamos nuestro número del Documento Nacional de Identidad (DNI). Es decir, siempre utilizamos un número para acreditarnos.

Estos números de identificación suelen tener pocos dígitos, menos mal porque cualquiera se acordaría de todos ellos. Pero hay un número que nadie conoce y sin embargo, no solamente nos identifica, sino que nos “define” de manera biunívoca en todo el universo y posiblemente nunca se vuelva a repetir.

Este número universal que nos identifica y nos define a cada uno de nosotros está escrito en una tira de 300 metros de longitud y contiene nada más y nada menos que 3.200 millones de cifras. Este monstruoso guarismo se escribe utilizando sólo cuatro tipos de dígitos: adenina, timina, citosina y guanina, es decir, utiliza un sistema numérico de base 4.

La cinta donde se da soporte a portentosa cantidad es un polímero conocido como ADN. Este número es nuestro y nadie más en el universo lo tendrá, salvo que seamos hermano de un gemelo monocigótico o seamos clonados en el futuro.
Contiene toda la información necesaria par construir un ser vivo idéntico a nosotros mismos. Esta información o número que todos poseemos sería comparable a los valores de fábrica (hardware y sistema operativo) de cualquier smartphone. Hago esta comparación porque todos sabemos que cuando reseteamos nuestro smartphone perdemos nuestra historia, nuestros contactos,... en definitiva lo que somos. Si nos clonamos utilizando nuestro número nos pasaría lo mismo.

Como no podemos perder este número lo tenemos fotocopiado y almacenado en el núcleo de cada una de nuestras células, es decir está fusilado 100 billones de veces, que es la cantidad de células que forman nuestro "body". Tenemos más células que estrellas en nuestra galaxia (100.000 millones de estrellas).

Si tenemos que copiar “nuestro número” infinidad de veces es muy importante no equivocarnos y disponer de sistema de copiado exento de errores y si los hubiese disponer de un corrector o correctores para la ocasión.

Pues bien, después de todo este preámbulo un poco largo, todo hay que decirlo, el premio Nobel de química 2015 ha sido concedido a los descubridores de los tres mecanismos de reparación que utilizan las células de todos los seres vivos para mantener la integridad de este número o de los valores de fábrica.

El sueco Tomas Lindahl (Reino Unido, 1938), el estadounidense Paul Modrich (EEUU, 1946) y el turco Aziz Sancar (EEUU, 1946) ya son miembros del club de los Nobel.

Estos tres mecanismos de reparación de “nuestro número” universal y único logran corregir el 99% de los errores producidos, dando lugar a una tasa de error estimada de una base o cifra por cada diez mil millones de bases. Esto significa una mutación por cada tres duplicaciones. El método no tiene por qué ser infalible ya que son necesarios los errores para que exista evolución.

Por último decir que como siempre este reconocimiento llega cuando los descubrimientos de los galardonados ya aparecen en todos los libros de texto de Bioquímica y están ayudando a descubrir nuevos tratamientos de enfermedades como el cáncer.

Hay una maravillosa serie de televisión donde nos explican con imágenes el funcionamiento de la reparación de nuestro monstruosa y mágica cifra que nos define.

Para saber más:

http://francis.naukas.com/2015/10/07/premio-nobel-de-quimica-2015-lindahl-modrich-y-sancar-por-los-mecanismos-de-reparacion-del-adn-danado/

No hay comentarios:

Publicar un comentario